jueves, 1 de noviembre de 2007

Lo escribí en septiembre

Y como dije, vamos a ir quitando muros. Aunque cerré blog, mi producción no paró, el boli gastó tinta... Ahora creo que puedo ir diciendo cosillas.


Y ya se va acabando... la libertad, la irresponsabilidad, la espontaneidad. Se acabó el qué me apetece, las horas muertas y vivas a deshora, las visitas por grandes ciudades. No habrá más días de hacer maletas y poner lavadoras, no sin ajustarlo a un horario de colores que ya cuelga en mi corcho.

Empiezo a respirar la tranquilidad de septiembre que se mezcla con un olor agrio a estrés de ciudad. En la montaña, con los pies colgando desde el Torreón, con el viento rozando mi cara desprotegida de crema por pereza, con una vista infinita que transmite paz, con sensación de vacío que me hace sentir el vértigo de que no haya nada debajo de mis pies y que se acrecenta cuando pienso en el vacío que de vez en cuando se forma dentro de mí.

Y es que han sido meses de descubrimiento, he creído en el libre albedrío y me he dado cuenta de que me he quedado casi como estaba, en un modo "pausa" del que no tengo claro cómo salir. He experimentado la soledad, la responsabilidad de viajar por el mundo y hacia mi interior sin más frenos que mi consciencia, que se ha mantenido inerte y expectante a lo que iba llegando.

Canadá, Austria y Londres han dejado una huella en mí, nueva gente y nuevas experiencias. He echado de menos, incluso cuando la proximidad me permitió abrazar, porque las cosas están claras y ya parece que he metido la pata de nuevo, esta vez queriendo, sabiendo a lo que me exponía después, sabiendo que pensar es malo y ambas pensamos demasiado, quizá ella más aún. Y ahora lo único que no quiero es que se aleje, porque me importa demasiado. Y dirás... eres tonta, y te digo : amigo, mereció la pena. Toda mi vida he puesto frenos, incluso cuando sentí algo por un chico, me daba ¿miedo? No estoy segura de qué es lo que me frenaba, lo que sé es que esta vez los cables del coche me los han cortado y en diez segundos, el reloj marcó las 5 de la mañana ¿no es eso magia?


Tengo que hablarte de mis viajes, pero han sido intensos, así que, con calma.
Tengo que hablarte de mis salidas y gente, pero han sido muchas, así que, con calma.
Tengo que hablarte de mí, pero ni yo me entiendo, así que con calma.


Y en medio del desorden de este mes, entre bocinazos y atascos, tiendas a rebosar de madres desaforadas comprando zapatos horrorosos ortopédicos a sus hijos, en medio de la locura de la operación retorno, de la gente que se apunta a gimnasios asquerosos donde el sudor que refleja sus preocupaciones se condensa en una nube densa, en medio de síndromes postvacacionales... yo voy a empezar con calma,leyendo, escribiendo, riendo, llorando, amando, creyendo una vez más en que la vida es como las lentejas, o la tomas o la dejas... y ya te he dicho que soy adicta a las endorfinas, y la emoción esa de no tener ni idea de lo que se avecina es como hacer puenting y no saber si la cuerda es suficientemente corta.

1 comentario:

JB dijo...

Aaah, si has vueltooo!! Y mi lector de feeds no me ha avisao, será puñetero! Si es que no se puede uno fiar de él, y... eh... estooo

Hola de nuevo ;)