viernes, 30 de mayo de 2008

Caris

Noto tensión a mi alrededor, ha nacido de nuevo el escepticismo, creer que dudan de mí, no saber si tienen motivo, pensar que las relaciones hacen daño, darme cuenta de nuevo de que crear lazos es peligroso.
Cuando ya he conseguido confiar, cuando empiezo desnudarme delante de la otra persona, con la desconfianza y vergüenza que me supone, comienzo la fase de distancia de precaución. Una distancia de vacile, de no hablar en serio de nuevo, de darme tiempo.
Puede parecer contradictorio, pero, la misma distancia me une de nuevo, un tira y afloja, una cuerda con dos extremos, y en uno de ellos, la persona que me quiere llevar a su terreno, y de vez en cuando me dejo.
Me encanta sentirme arropada, y no soy fuerte, sólo lo parezco.
Sucede también lo contrario. Cuando alguien me ha permitido asomarme por una rendija a su vida, soy yo la que mete la pata. Digo lo que no debiera, hago lo que no tendría, pregunto lo que no se espera, sobreentiendo lo que no es cierto. Y me siento de nuevo bocazas, inoportuna, metomentodo, marisabionda y psicóloga frustrada.
Ese cúmulo de sensaciones arremetían contra mí con fuerza cuando estaba en el colegio, cuando la integración para mí era sinónimo de saber callar y hablar sólo cuando lo que fuese a decir fuese a ser aceptado, respetado o puesto en boga de manera que yo pudiese rebatirlo con la autoridad suficiente. No se metían conmigo, me respetaban. Ahora odio que aquellos a los que quiero sientan respeto (o me de a mi la sensación de infundirlo), prefiero el cariño, es mucho más cálido, más protector.
Una compañera enfadada porque se piensa que estoy enfadada con ella. Otra, molesta por un saludo con las palabras inadecuadas en el momento inadecuado.
Mis dudas acerca de la preocupación de una persona a la que considero mi hermana. La que se da cuenta de las cosas sin hablarlas, la única persona que ha sabido intuirme, conocerme sin hablar, saber que algo está oxidado en mi interior aunque la sonrisa siga presente. Hoy la he visto pensativa, interrogante, ¿por mí? ¿por la compañera? No lo sé. Tenía la mirada de la duda, pero me ha dicho que era feliz, y la creo. Sólo pueden ser los demás los que la tienen en jaque, los que no me permiten ver la tranquilidad en su mirada.
Y lo he hecho de nuevo, he vuelto a jugar a ser psicóloga, le he preguntado dos veces si de verdad estaba bien y me ha respondido que sí.
Hablando por messenger, otra amiga, monosílabos en una conversación, ¿se lo pregunto?, efectivamente, estaba mal.
No dudo de mi intuición, no ahora que me ha salvado de tantas, pero dudo de tener que transmitirla. No es un don, es sólo prestar atención. La atención falla. Me equivoco. El error es hermano de la consecuencia, de la huida, la negativa y el desasosiego.
He avanzado un paso. Ya no quiero cruzar fronteras para escapar de mi ciudad o mi entorno, si las cruzo, será buscando ampliarlo, no segmentarlo. He avanzado otro paso. Quiero decir lo que siento. He dado el último, no dejar de escribirlo.

miércoles, 28 de mayo de 2008

De alante a atrás

¿Hace cuánto que no hablo anecdóticamente? Demasiado, creo. Pues bien, por puntos, mi vida en fascículos:

1. Estoy de exámenes con sus consecuencias: menos vida social como la de todas las personas normales (entre cafés, meriendas, cenas, discotecas) y más vida social del estudiante, y no por ello menos intensa, en la biblioteca y en mi recién bautizada habitación-biblioparados. Una correcta distribución de los apuntes, luces y objetos de mi mesa permite que donde normalmente estudia una, estudien dos. Con la insuperable compañía de Nanita pasaron el sábado y el domingo entre apuntes de anatomía patológica. De el hecho de que existió Eurovisión me estoy olvidando, me da vergüenza ajena.
2. El viernes pasado, al salir de la biblioteca seguía lloviendo, y me dio igual. Volví andando a casa, con la música marcando pasos, disfrutando de una temperatura que me permitía mojarme sin sentir frío, pisando los charcos a escondidas de las miradas vigilantes de la gente para que no dijesen para sus adentros: 'con lo mallorcita que es!' Y llegué a casa, como una bayeta vileda preparada para ser escurrida. Había quedado, ducha rápida y a la calle de nuevo. La señora María se fue sin su gazpacho, cuando fui a visitarla por la mañana otra persona ocupaba su cama. Es la primera vez para mí, me dio pena no haberme despedido en condiciones, pero ella ha descansado.
3. El miércoles: Nanita me dio una gran sorpresa, vino al hospital para comer y luego estudiar juntas. Para mi desgracia, unos pesados no pararon de tirarse flechas de gomaespuma (sí, adultos con barba estudiantes de medicina). Tampoco pararon de reírse y cuchichear. Y como lo temía, Nanita soltó su amenaza: "no vuelvo a venir". ¿Sabéis lo que digo? ¡que me cago en las flechitas y en los que no saben estudiar en silencio cuando se les pide que se callen! Y que el paseo por el Retiro de después fue genial y que yo cambiaba la rosaleda de las barbies (la que tiene rosas blancas y rosas) por una rosaleda de rosas rojas del color de la sangre.
4. A lo largo de esta semana me añadieron 7 horas de clase, así que, lo normal es que el lunes y martes estuviese empollando cual posesa.
5. Puff, ¿ya he llegado al fin de semana de nuevo? Pues fue el cumpleaños de mi abuela, con la que no me llevo mucho. Hice acto de presencia en la comida familiar y me volví a casa con mi hermana protestando por mi (estupenda) conducción.
6. Supongo que saldría, ya no me acuerdo, y tampoco me apetece hacer memoria, pero el viernes 16 escribí algo que no llegué a publicar:

"Y me quedé mirando a la pantalla, absorta, embobada, pensando que no podía estar pasando, sabiendo que me tocaba responder. De nuevo esa sensación de taquicardia, pero esta vez, las manos no se me quedaron frías, la luz no era la azul de mi flexo y lo que leía no era incertidumbre, sino cercanía. Sin saber qué responder, como Mecano ¿palabras pastel? Mejor te explico lo que es ser preciosa, que no sólo se refiere a lo que todo el mundo ve, sino a lo que sólo unos pocos tienen el privilegio de conocer. Lo precioso es todo lo que además de bello tiene un valor en sí mismo.
No encuentro una palabra que encaje mejor.
Esto debe ser lo más parecido a una borrachera. Te entra la verborrea, pero todo lo que dices pierde sentido cuando sale de tu boca. El tiempo ya no es objetivo, hay fase de exaltación y un decaimiento posterior...tranquilidad (también debe influir que objetivamente mi reloj me informa de que es tarde)."
7. En algún momento de mi vida pasada he dejado unos billetes comprados junto con Nanita y ElAmigo para un Interrail magnífico que comenzará en Estambul tras una breve escala en Paris. Ya vamos pensando en las camisetas que nos vamos a hacer :D
8. En otro momento de mi vida fui con Nanita y LaExtremeña a ver a la Futbolista que juega en la selección e'pañola. ¡Ganaron! Nosotras con una futura famosa a nuestro lado y sin enterarnos... Me llevé unos aplaudidores y las dos huevonas de mis compañeras de animación me los quitaron. Tengo poca vergüenza, pero otras demasiada,jeje.
Y con esto, ya no me da la memoria para más, y hoy tengo el cerebro estrujado. Hasta nuevo post.

lunes, 12 de mayo de 2008

Un post cambiante

Los textos más bonitos salen del romanticismo. El más puro estilo melancólico y pasional, el que se deja llevar por la inercia de los sentidos, el que te deja un amargor y una debilidad tras haber descargado en verbo el instinto.
Cuando tus días se convierten en remolinos de impulsos e inhibiciones, cuando la intensidad con que vives cada momento es como una explosión de energía, cuando das todo por el instante sin preocuparte del ahora… a veces siento que entro en éxtasis de emoción, que en un estado de euforia todo es excesivamente vivo y a la tormenta le sucede la calma.
Mi cuerpo relaja, se niega a dar ni un poco más de sí. Mi mente revisa el día, agotada, sabiendo que lo ha dado todo.
Los rayos perpendiculares, mis pasos hacia el frente, saliendo del hospital. Es un día feliz, lo sé, y necesito compartirlo. Dos mensajes. Mi padre no responde, debe darle igual o por lo menos no le hace la ilusión que yo creía, ni una señal de vida. Ella me arranca la sonrisa, me encantaría contagiársela de cerca.
Uno, dos, tres…sigo andando. Un antiguo profesor, que se ha casado (por fin) presume de anillo, fotocopias que salen de la máquina, un par de pantalones después de dejar constancia en el registro de educación de que soy educada y cumplo los plazos de entrega. Estoy en planta. La señora María quiere un gazpacho, pero es diabética, está en insuficiencia y no le conviene. Levanto la voz porque además no me oye, y le recuerdo que el gazpacho es estupendo y que a ver si se lo encarga a su hermana. Pienso: “a mí que me den gazpacho aunque me muera entomatada, lo prefiero a ahogada en mi propio edema”. Hasta mañana doña María que aquí la niña llega tarde a clase, ¡sonría! Y lo hace, con una sonrisa salgo al mediodía. Como en casa, mi padre sólo me hace un comentario “¿me has enviado tú un mensaje?” Afirmativo y silencio de seguido. Absurdo, sin sentido. Me da igual, llego tarde al horario de estudio y me espera una sorpresa del 70% de pureza ¡chocolate negro! (mmm, babeante) y galletitas de madre, me cuidan. Creo que lo necesitaba, sentirte cerca digo. He llegado a mi casa, de milagro, que casi me atropella un coche semiparado en un paso de cebra. Ceno, me siento, debería estudiar rayos, pero me acuerdo sólo de los de esta mañana. Estoy cansada, todavía me queda una hora hasta mañana. Como decía una profesora, menos mal que el día tiene 24h, que si no me daría tiempo a hacer más cosas.