martes, 18 de diciembre de 2007

Un fin de semana intenso

Me despisto y las anécdotas se me acumulan… voy por partes.
Después de que el examen del viernes, la psicología salió de la carpeta para quedar apartada en la esquina de mi mesa hasta que el polvo me avise de que es hora de archivarlo. Este día iba a ser completito:
Con mis 5 horas mal dormidas y con ojeras que me caían hasta los pies, reviso la agenda y veo: 16h-cardiólogo. Salgo del examen y apunto mentalmente: 18h-amigas, hemos quedado para ir al Sedna, aquel sitio al que prometí no volver después de haber cerrado el local cuando allá por marzo del año pasado estaba con la primera Ella. 15:45h-recibo una llamada: oye, que vamos con retraso, que te pases mejor a las cuatro y media. Entonces echo cuentas, y veo que se me solapan planes, para variar, llamo a las de la facultad y aviso de que llegaré tarde. Como es costumbre en mí, cuando acabo exámenes me dedico un tiempo YO, completamente egocéntrico y superficial, una hora en el baño, exfoliación, limpieza facial y todo lo que se preste… así que al mediodía desaparecí de la vida social familiar y cuando todos creían que me había ahogado salía yo del baño, con las mismas ojeras, pero mucho más relajada. Con las mismas me puse el chándal y me dirigí al médico. ECO, electro y prueba de esfuerzo (en un cuchitril, que creía que me evaporaba mientras corría, con un corazón bradicárdico que no llegaba a las 200 pulsaciones para que parasen la maldita cinta… 17 min corriendo hasta llegar a una pendiente del 20% con chorretes del calor…¡oye, que ya va a ser que paro eh?! ) Y así, ya rematado mi estado de cansancio me fui a casa, pringosa por el gel de la ECO, y con halos de pegamento por mi cuerpo por culpa del electro. Tal cual llegué a mi casa me eché en la cama y me dormí media hora. Luego me duché de nuevo, me arreglé un poco y salí hacia el Sedna. Cuando llegué se estaban yendo, eran las 7 y cuarto. Al ver que llegaba decidieron quedarse un poco más, y acompañarme en mi clarita. Por suerte, no fui la última en llegar, de hecho me tocó entretener al personal y ejercer de mono de feria parlanchín cargado de anécdotas absurdas hasta que llegó Nanita. Y es que, entre otras cosas, he visto dos estrellas fugaces del tamaño de sandías que surcaban el cielo de Madrid de lado a lado, y si no lo he dicho, me fascinan las estrellas… y es que, el finde anterior tuve un semi-contacto inesperado de nuevo con el género masculino, semi porque sólo él puso de su parte y yo corté el tema con un triste: “creo que te estás confundiendo”, y es que (y se me acababan las historias, por lo menos las narrables).
Así pasó la tarde entre juegos de mesa, me di cuenta de lo relativo que es el movimiento de los palillos chinos según la perspectiva (altura) desde la que se juegue, y recordé que en un partido de fútbol, por la letra “O” lo que hay son claramente “ostias”.
Dieron las 10, y había quedado para cenar con una amiga del colegio y su correspondiente novio (tb amigo). Me llevaron a un sitio de tapas bien ricas y allí cayó otra clarita. Y mi cuerpo que no conoce la palabra alcohol-deshidrogenasa, con el tute que llevaba de todo el día, decidió que enlazar con el siguiente plan que era fiesta en el colegio mayor de la Extremeña, compañera de clase, ya era demasiado. Me fui a casa y a la 1 caí rendida en la cama…me estaba quedando frita y recibo una llamada, la Extremeña, más pedo que Alfredo diciéndome que le parecía fatal que no fuese. Y es que no tenía fuerzas para vagabundear luego por Madrid con el frío que hacía en busca de un búho, por mucho que me apeteciese conocer a sus amigas, que como ella, también entienden. Por fin la calma…zzzzz…hasta el sábado a las dos de la tarde, que me dolía la cabeza de dormir!! ¡qué sensación!¡qué placer más doloroso!¡qué ojos de sapo! No me enteré ni de que mis padres se habían ido y me habían dejado solita el fin de semana. Esto fue sólo el comienzo…
TO BE CONTINUED.

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