sábado, 26 de enero de 2008

Dos y dos

Después de un día más de estudio, lo mejor que se puede hacer es darse un paseíto ;). Quedas a cenar, y entablas conversación entre croquetas y abrigos (que es lo que tiene el ir a sitios donde un amigo tarda 6 minutos en atravesar el montón de gente aglomerada en el pasillo para llegar hasta tu mesa). Acabas y te vas a tomar un algo con musiquita de fondo en un bar que ese día estrenabas tú. La gente se va, pero tú te quedas bien acompañada, sin enterarte de que pasan los minutos, y da tiempo a que dos amigos vengan para darte, básicamente, las buenas noches. Subiendo ya por la calle, te encuentras a la amiga del colegio que te ha informado hace unas horas a través de un correo de que vuelve a tener “pareja”. Ella va acompañada de otra ella, ¡anda! Presentaciones y cuando ya las cuatro nos conocemos, nos despedimos. Ala guapas, que nosotras nos vamos a casita ya… y nos dirigimos a la plaza de Chueca y me estoy despidiendo, levanto la vista y las veo de fondo, de frente e intuyo que de piedra. ¡Pero qué ---- hacen ahí!!?? ¡Si habían ido en la otra dirección!! ¡Toma salida del armario! Así que, en vez de coger el metro, te vas acompañada de nuevo a coger el búho, que ese día ha decidido llegar media hora tarde. Y al principio la espera es hasta agradable, porque puedes jugar a cruzar de acera sin que te atropellen los coches. Cuando ya no tienes entretenimiento te cagas en todo y llega el momento en el que te acuerdas de que ese día has metido la música ¡salvada!

1 comentario:

Anónimo dijo...

Como diría Betty Boop, es que esto te tenía que pasar,porque somos el 10%, y eso es una posibilidad a nivel razonable!!! :DDDDDD
Y sí, la música salva!!!
Un abrazo, niña! :D